sábado, 3 de noviembre de 2012

La calle.

 Paseaba por las calle de noche, esas calles que había recorrido infinidad de veces desde que podía recordar. Ahí había crecido, esos altos edificios, algunos destartalados, agraviados por la mano del tiempo, y otros nuevos que contrastaban con los primeros, dejando una extraña visión de perspectiva. 

 Sonrió, pensando en cuantas veces se había fijado en el contraste de los colores de aquella calle, su calle. Pensó entonces en todos los momentos en los que había salido de su casa, perdida en sus propios pensamientos y emociones buscando una pequeña salida, algo lo suficientemente fuerte para atarla a la realidad, andando sin rumbo fijo y deseando encontrar algún lugar donde pudiera abandonarse así misma, encogerse y llorar, pero sin ganas de dejarse caer.

 Recordó los momentos en que había cedido al impulso de salir de su casa para recorrer aquellas, nacido de el simple hecho de haber visto llover desde su ventana, habiendo sentido la necesidad de salir corriendo y sentir la fuerza de la naturaleza sobre ella. Momentos en los que se había colocado los cascos de su ipod, y había paseado por su calle vacía por la lluvia, y había disfrutado de ser la única persona que se encontraba allí, deleitándose con el ritmo de su de la música atravesando su cuerpo, cada vez más mojada por pequeñas y fuertes gotitas de agua que igualaban la intensidad de sus dolorosos y felices sentimientos.

 Pero todos esos momentos habían sido acompañados de la imagen de una siempre brillante luna, que esta noche se ocultaba a sus ojos, había sido para ella, por muy extraño que pareciera, su refugio. Extrañaba ver relucir, en el oscuro cielo que le ofrecía la noche, el cuerpo celeste que más le gustaba. Las estrellas habían quedado ocultas por las nubes y la luz de las farolas. Lo lamento silenciosamente y continuó su camino.

 Esos edificios la habían visto crecer, las vivencias que había tenido pasar la habían hecho ser como era, veía adónde iba el rumbo de su vida y no podía negar que tenía miedo de lo que se podía encontrar, no sabría mucho de la vida, pero con lo que sabía le basta para saber que no iba a ser fácil, que posiblemente encontraría más cosas malas que buenas. Pero también sabía que las pocas cosas buenas que se encontrara valdrían la pena, y seguiría adelante tal y como siempre había hecho. Inspiró profundamente y cerró la puerta de su portal.  




Angie.
      

No hay comentarios:

Publicar un comentario