martes, 26 de noviembre de 2013

Capítulo 20: Decisiones.

 Caroline se sentó frente a una enorme mesa de cristal junto a su hermana. Dejó caer los brazos sobre la mesa y a continuación les siguió la cabeza. Tenía tantas visiones entremezcladas en su interior, que tenía la sensación de que su cerebro explotaría en cualquier momento. Cansada y con dolor de cabeza, solo quería darse una ducha caliente y relajarse.

 Lo único bueno del día, era que gracias a las increíbles dotes culinarias de Violetta habían conseguido hacer comer a Cristal. Aunque esta se encontrase ahora más taciturna de lo normal. Hacia un rato, le había pedido un cuaderno a Violetta y se había puesto a dibujar. Hacía años que no la veía hacerlo. Eran las únicas ocasiones en las que veía un futuro en el que ella estaba involucrada. De pequeña, solía ver el dibujo terminado en cuanto ella cogía el lápiz entre las manos. Se concentró en eso, tratando de aislar todo lo demás. Aunque solo sirviera para distraerla un momento, por lo menos sería algo que le resultaría familiar. La imagen que centelleó en su mente la extrañó y la impactó lo suficiente, como para aturdirla. Irguió la cabeza para mirar a su hermana sorprendida. Cuando otra imagen la sacó de su asombro, y se incorporó del todo.

 -Vas a tener visita.

 -¿Quién?- preguntó Cristal sin apartar la vista del papel. Sus movimientos eran firmes y precisos, sin temor a equivocarse.

 -Un vampiro y su hija. Conocerte es la condición que han puesto, para conseguir que Erin, Ángel y Alison puedan ir a la celebración.

 -¿Tú no vas?- preguntó extrañada.

 -Iré, pero como acompañante de Damon.

 -¿Y él lo sabe?

 -Debe de saberlo, no veo otra opción en mis visiones.

 Una chispa de diversión prendió en los ojos de Cristal.

 -Así que irás con tú férreo protector.- ante ese comentario Caroline entrecerró los ojos. Sabía que su hermana, hacía referencia a lo sucedido en la sala de entrenamientos. Desde luego, tenía un nefasto sentido del humor, que ella no compartía.- ¿Cuándo llegará mi visita?

 -En cinco minutos. Pero primero aparecerá la pareja alfa de la base.- Su tono sonó burlón.- En tres, dos, uno.

  La puerta se abrió y  por ella entraron Alison y Erin.

  -Lo ves.

 Cristal despegó los ojos del papel para echarle una rápida ojeada a la pareja, y luego volvió a concentrarse en su dibujo.

 Alison se sentó frente a ellas en silencio. Lucía su larga cabellera mojada, anudada en una coleta. La odio al instante de darse cuenta. Ella anhelaba con todo su ser darse una ducha. Después de todo, el agua formaba parte de ella, y la necesitaba como nadie más podía hacerlo. Consideró la idea de congelarle las gotitas que aun pingaban de sus rizos. De pronto, Cristal dejó de dibujar para extender el brazo hacia ella y pellizcarla.

 -¡Oye, eso duele!- exclamó Caroline ofendida.

 Cristal alzó la vista del papel para lanzarle una mirada muy significativa.

 -Pensar es gratis y no le hace daño a nadie- Caroline tuvo la necesidad de defenderse.

 Cristal se limitó a continuar dibujando, con una mueca de total escepticismo.

 -Nos conocemos- reprochó en voz baja.

 Caroline indigna  dirigió la vista al frente y se topó con el ceño fruncido de Erin. Este no les quitaba ojo de encima.

 -¿También lees el pensamiento?- preguntó estoico.

 Caroline tuvo ganas de echarse a reír, pero la expresión de Erin le sugirió que no era una buena idea. Cristal por su parte ignoró al vampiro de forma deliberada, como si el tema no fuese con ella. Fue Alison quien negó con la cabeza y se volvió para mirar a su compañero.

 -No lee el pensamiento, pero Caroline llevaba las intenciones escritas en la cara.-La susodicha se crispó en asiento.- ¿Sabes? La habitación que se te dio tiene baño.

 -No lo sabía- murmuró.

 Alison soltó aire cansada y se volvió a recostar contra su asiento.

 -¿Falta mucho para que lleguen?- preguntó Cristal.

 Caroline estaba segura de que su hermana no lo preguntaba por impaciencia. Sino más bien deseosa de que cambiasen de tema.

 -No, ya están en la base. Ángel los traerá en seguida. Damon a llamado a Dante para que asista a la reunión y llegaran más o menos a la par.

 Confirmando sus palabras, Damon y Dante entraron en la habitación, haciendo un leve saludo hacia el grupo en general. Damon optó por situarse detrás de Caroline, para quedar frente a frente con Erin. Por su parte, Dante se dirigió a la pared opuesta a la puerta y se apoyó contra ella como si quiera sostenerla. Caroline se fijó en que era exactamente la misma postura, que había adoptado la primera vez que Cristal había hablado ante el Círculo. El detalle le pareció curioso, y se preguntó si habría algún motivo en especial para que se colocase así.

 Antes de que pudiese continuar con el hilo de sus pensamientos, llegaron las nuevas visitas. Ángel, entró acompañado por un vampiro con aspecto de cuarentón y una mujer. El hombre tenía unas facciones duras y sin embargo, sus ojos plateados tenían un brillo especial que le hacía desconfiar.

 La mujer que les acompañaba poseía una belleza poco usual. Todo en ella indicaba que era un mujer peligrosa, y probablemente difícil de tratar. No tardó en encontrar el parecido físico con su padre, a pesar de ser muy leve. Ella miraba tanto Caroline como a Cristal como si hubiese algo que le molestara de ellas.

 Caroline no le dio importancia, y se volteó para comprobar si su hermana pequeña estaba bien, o si dos vidas más habían sido excesivas para ella. Pero Cristal ignoraba la presencia ambos totalmente concentrada en su dibujo.

 Erin saludo con amabilidad a los recién llegados y pasó a las presentaciones.

 -Yerick, esta es Cristal Laurent, nuestra informadora.

 El aludido miraba a la pequeña, con la estupefacción dibujada en el rostro. Mientras esta continuaba con su tarea.

 -No hacía falta la presentación. El señor  Kéldysh sabe quién soy.

 Inmediatamente las miradas pasaron de Cristal a Yerick alternativamente. Todos sorprendidos en aquel momento. Ninguno habría esperado algo así.

 -¿Y por qué te conoce?- preguntó Caroline a su hermana, bastante preocupada.

 La respuesta sin embargo se la dio el mismo vampiro.

 -La señorita Laurent me ha abierto un par de puertas en el pasado. Aunque nunca he sabido por qué. Y la verdad es que me lo he preguntando muy a menudo.

 Las miradas se centraron en Cristal expectantes a su respuesta. Pero ella parecía totalmente absorta con lo que hacía, y el silencio se alargó tanto que Caroline creyó que no contestaría.

 -Estaba lo suficientemente protegido, como para que nadie se diese cuenta de que mentía.

 Yerick sopesó en silencio su respuesta. Pero al contrario que Cristal el percibió que los presentes aguardaban una explicación.

 -Hace unos años, cuando quise subir un escalón más en la cima del Consejo. Fui sometido a un "juicio" de lealtad. Por aquel entonces, trabajaba duro con Mason Wayland. Tratábamos de impedir unos pactos que nos perjudicaban a ambos. Me ocupé de ocultarlo a cal y canto. Además también estaba colaborando con el Círculo de forma encubierta. Pero yo entré en esa sala con la absoluta seguridad de que no podrían descubrir nada.

 "Verdaderamente fui tan inepto de creer que lo tenía todo bajo control. Hasta que me presentaron a una pequeña niña, que apenas me llegaba por encima de las rodillas.- los movimientos de Cristal sobre el papel comenzaron a ser más lentos-. Casi no me había dado tiempo a fijarme en sus cadenas, o en las marcas de su piel. Cuando me explicaron que ella acaba de ser testigo de todo cuanto había acontecido en mi vida.

 "Creí que acaba de perderlo todo y que estaba a punto de ser acusado de traición. Esa niña iba a firmar mi sentencia de muerte, y probablemente la de mi familia. O eso creía, hasta que abrió la boca y mintió.

 "La vi dos veces más después de eso, no tuvo la misma consideración con ninguno de los otros hombres. Desde entonces no he dejado de preguntarme por qué. No esperaba una respuesta tan sencilla."

 -¿Eso es lo qué te obligaban a hacer? ¿Sentenciar hombres a muerte?- la voz sombría de Alison hizo que Caroline se sobresaltara. Cristal nunca hablaba sobre nada de lo que hubiera hecho.

 -Entre otras cosas- susurró todavía sin apartar la vista del dibujo. El silencio se prolongó hasta que Cristal depositó el lápiz sobre la mesa.-Creía que estábamos aquí para hablar de la cámara de Ebriz, no de mi.-dijo alzando por primera vez la mirada del papel.

 Erin asintió y si dispuso a centrarse, en lo que les había llevado hasta allí.

 -Bien ya la conoces y Alison irá con nosotros. Eso cumple con tus condiciones y nos deja con el siguiente problema- expuso con voz serena- No existen planos de Ciye. Los arquitectos están muertos, y las únicas tres perdonas que saben guiarse por esos corredores están vigiladas igual que lingotes de oro. Eso viene a ser nuestro primer problema.

 -Y ni si quiera sabemos con exactitud qué estamos buscando.- murmuró Dante

 -Ya lo he solucionado- anunció Cristal y dejó sobre la mesa su dibujo, lo que venía a ser el primer plano detallado de Ciye, y en el borde superior la forma de la runa que pretendían robar.

 Caroline no le dedicó mucho tiempo al plano, ya lo había visto con anterioridad. Pero no pudo evitar sentirse decepcionada. Su hermana era una gran artista, y que lo primero que le hubiese visto dibujar en años fuese aquello, la llenaba de tristeza. Por estúpido que pareciese en aquel momento supo que Alison compartía su pena. Era para ellas como una perdía, aunque Caroline no entendía muy bien por qué.

 -En este pasillo, en la tercera vitrina de la estantería izquierda está la runa. La vitrina tiene una contraseña que cambia cada cuarto de hora aleatoriamente. El camino más corto para llegar allí es este- dibujo unas líneas sobre el plano.- Tendréis que subir a la segunda planta y entrar a través de la puerta que hay en el Salón de Juicios.- frunció el ceño como si hubiera pasado algo por alto-. Os dibujaré el cierre y os explicaré que hacer para forzarlo.

 -Caroline- susurró Alison.

 -No me preguntes si habrá bajas, porque no lo sé. Hay tantas posibilidades como estrellas.

-¿Y cuál es que se repite más? Vamos Carol sé que no siempre aciertas. Pero estoy segura, de que tienes al menos un par de visiones que se repiten con más a hinco. O que por lo menos te serán más intensas. No me lo niegues.

 Caroline la miró furiosa. Sí, claro que las había. Siempre las había, pero no siempre eran las acertadas. Ella no tenía derecho a pedirle eso. No les daría falsas esperanzas y tampoco desmoralizaría a nadie. Y menos por un capricho de su hermana.

 -He dicho que, no lo sé.

 -No creo que haya visto ni tu muerte, ni la de Erin. Sino ya estaría tratando de salvar a nuestros pobres sobrinos- dijo Cristal distraídamente, ya que volvía a estar centrada en el papel.- Por cierto, tiene razón Francesco es un nombre horrible para el pequeño.

 -¿Sobrinos?- preguntó Erin desconcertado.

 Alison fingió no haberlo escuchado.

 -No estaba preguntando por eso.

 -Visiones, sobrinos ¿Sois familia?- Yerick aun parecía más estupefacto que Erin, si eso era posible.

 -Hermanas- contestó Cristal.

 -Emily- murmuró Yerick en busca de respuestas.

 -Son hermanas- confirmó- pero solo puedo leer los pensamientos de una de ella- comentó frustrada por el hecho.-Por cierto, Alison no está embarazada.

 -Aún.- apuntó Caroline.

 -¿No es normal que no escuches sus pensamientos?- se interesó Damon, que intervenía por primera vez.

 -No, es la primera vez que me pasa.

 -Es un bloqueo natural.- les informó Cristal.- Lo forma tu mente para protegerte de lo que cree que será demasiado para ti. Caroline también me bloquea, por eso nunca ve el futuro si yo aparezco en él. O lo ve, pero no me ve a mi.-hizo una pausa, debatiéndose sin saber si seguir hablando o no.- ¿Sabes? Alguien tan psíquico como tú debería ser capaz de derribar esos bloqueos. Si alguna vez encuentras la forma de hacerlo. Hazte un favor, no lo hagas.

 -¿Por qué?

 -Esos bloqueos están ahí por algo. Es preferible tenerlos. Créeme.

 -¿Y tú cómo sabes todo eso?

 -Porque yo también tuve mis propios bloqueos.

 Alison y Caroline intercambiaron miradas confundidas. Los demás presentes no perdían cuenta de los movimientos de Cristal sobre el papel. Y esta última no parecía ver a ninguno de los presentes.

 -¿Sois todas de la misma madre o del mismo padre?- preguntó Yerick muy seguro de que no compartían ambos congéneres.

 -Madre.- respondieron las tres al unísono.

 La incomprensión se dibujaba en rostro de Yerick. Las observaba como si fueran el mayor descubrimiento del siglo. Caroline empezaba a pensar que probablemente lo fueran. Nunca se había parado a pensar en la extrañeza de su origen. Y las pocas veces que lo había hecho, se había limitado a preguntarse quienes serían sus padres.

 -¿Qué mujer fue capaz de concebir a tres oráculos? Y tres tan fuertes como vosotras.

 La pregunta quedó suspendida en el aire. Hasta que Cristal volvió a dejar el papel sobre la mesa y buscó a Ángel con la mirada.

 -¿Cómo os vais a organizar?

 Ángel tardó unos segundos en comprender la pregunta.

 -Bien, he pensado en ello. Nosotros tres iremos de invitados de Yerick, pero necesitamos a Caroline allí con nosotros.

 -Irá conmigo- intervino Damon.

 Ángel asintió conforme. Damon era uno de los invitados a la fiesta, gracias a sus propios contactos. Nadie había dudado de su asistencia a la ceremonia. Caroline ya sabía todo aquello, pero le molestó que ni siquiera se tomaran la molestia de preguntarle si estaba de acuerdo o no. Daban por hecho que sería así y punto.

 -Cristal tú no deberías estar aquí esa noche. Si vamos a huir de Ciye sería conveniente que Caroline no tuviera ningún obstáculo que le impida "ver" la base.

 -¿Y a dónde irá?- preguntó Alison escandalizada.

 -Puedo llevármela y dejarla con Xena- ofreció Dante de forma inesperada.

 Todos parecían conformes con la sugerencia. A excepción de Cristal, que fijaba la vista en el centro de la mesa, con el rostro totalmente inexpresivo. Caroline adivinó que ella tampoco le hacía gracia que decidieran aquello sin consultárselo.

 -Está bien, por ahora ¿Algo más?- preguntó Caroline queriendo zanjar aquella reunión cuanto antes.

-Sí, tú deberías irte ya con Damon. Si no queremos que la gente haga preguntas sobre ti, deben veros juntos antes de la gala.-dijo Ángel. Caroline tuvo el impulso de protestar, pero se sentía tan hastiada con todo aquello, que decidió dejarlo correr- Y bueno...- Ángel hizo una pausa bastante extensa, como si no supiera cómo continuar. Era una actitud tan antinatural en él, que la hacía sentir extraña, como si algo no encajara.- Cristal, creo... que lo mejor sería que tú también te marchases hoy. Para evitar situaciones tensas.- añadió dirigiendo una rápida mirada a Erin.

 -¿Cómo?-preguntó Alison, a quién se le había desencajado la cara. Miró a su compañera estupefacta. Erin se encogió de hombros. Caroline se preguntó de quién habría sido la idea, pero tuvo la sensatez de no expresar su curiosidad en voz alta.

 -Bien-dijo Cristal rompiendo el silencio y levantándose de su sitio-¿Cuándo nos vamos?

miércoles, 27 de marzo de 2013

Capítulo 19:Tratos.

 La noche le estaba proporcionando una larga espera. Pero eso le daba tiempo para pensar y para organizar las cosas a su gusto dentro de su cabeza. Ángel tenía claro que si querían infiltrarse en Ciye debían asistir a una de sus festejaciones, y para ello necesitaban a Yerick Kéldysh.

 Si Damon llevaba consigo a miembros del Círculo levantaría sospechas. Pero la amistad entre Erin, Ángel y Yerik era bien conocida públicamente, no sería de extrañar que asistieran siendo sus invitados. Claro que debía obtener su colaboración, y aunque el vampiro le debía unos cuantos favores al Círculo no sabía si les ayudaría. En esa fiesta se encontraría toda la familia de Yerick. Lo que complicaba mucho las cosas, Yerick no pondría en peligro a su adorada hija y su mujer.

 Luca le había concertado con el vampiro un encuentro en una de las zonas menos problemáticas de Boston. Desde la azotea de un edificio bastante mugriento, observaba a los transeúntes humanos, ajenos a la existencia de seres como él, mientras trazaba una estrategia para conseguir la ayuda de Yerick que llegaría en breves.

 -Siempre podrías pedirme una cita- la voz seductora de Emily rompió el silencio, interrumpiendo sus maquinaciones.

 Se dio la vuelta y miró en su dirección. Lo primero que vio de ella, fueron sus altas botas negras de tacón. Los ajustados pantalones de cuero y su escotada blusa negra de tirantes, que dejaban muy poco a la imaginación. Desde luego si fuera un necio, la idea de pedirle una cita a Emily Kéldysh le habría resultado... deseable. Pero sabía muy bien que no debía dejarse caer en las redes de esa mujer. Ella se acercó hasta quedar frente a él y elevó la cabeza unos centímetros para poder mirarlo a los ojos. Los cortos y negros cabellos enmarcaron su cara, resaltando su fiera belleza. Sus mechas pelirrojas relucían llamativas desde su perspectiva. Emily alzó la mano y acarició fugazmente su pecho, pero no la apartó.

 -Tal vez acceda- le susurró clavando su mirada castaña en él, encendiéndolo deliberadamente pues hacía tiempo que sabía cómo reaccionaba su cuerpo ante ella. Y sin más se alejó de él y fue a sentarse sobre la barandilla de la azotea- Aunque solo fuera por el bien común, claro- añadió en un susurro que solo él pudo oír.

 Emily había estado leyendo sus pensamientos, por supuesto. Su insidioso don siempre tan útil para ella. Antes de conocer a las hermanas Laurent, ella era la única oráculo que conocía cuyo don sirviera para algo, al menos sin destruirla usándolo.

 -¿De qué habla mi hija, Ángel? ¿Qué es lo que me vas a pedir?- preguntó Yerick arqueando una ceja y sin andarse con preámbulos.

 Ángel, que no había contado con que no vendría solo, suspiró profundamente y se sereno un poco.

 -Necesito que nos invites a Erin y a mí al baile de la Routh.

 Yerick lo evaluó con detenimiento, muy pensativo.

 -¿Por qué?

 - Queremos robar un objeto que se guarda en la cámara de Ebriz.- el tampoco y iba a andarse con rodeos, conocía bien a Yerick y sabía que no le gustaría que se marchara por la tangente.

 El vampiro abrió los ojos con sorpresa, pero no perdió la compostura. En su lugar guardó silencio durante un largo tiempo.

 -En ese baile estarán mi compañera y mi hija ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? Puede que consigas entrar en la cámara sin armar mucho alboroto. Pero una vez dentro tendrás aproximadamente diez minutos antes de que se den cuenta de que estáis ahí. Encontrar algo en Ebriz puede llevar semanas incluso con permiso del Consejo, es una cámara caótica hecha para perderse en ella. Y aún en el caso de que lo consiguierais, salir de allí sería prácticamente imposible. Si robas algo de esa cámara convertirás el baile en un campo de guerra, y eso sin contar con las repercusiones sociales. Ya no se tiene en muy alta estima al Círculo, como para que aún encima causéis una catástrofe en Ciye.

 En apariencia Yerick se encontraba sosegado frente a él, pero apretaba con fuerza el puño izquierdo, apenas visible desde su perspectiva. Señal de que todo aquello, no le gustaba ni un pelo. Ángel sabía que Yerick daría cualquier cosa por mantener a su familia a salvo. Si aún no se había marchado era porque en el pasado él había salvado la vida de Jessica, su inseparable compañera.

 -Lo sé.-respondió escueto, aumentando la tensión del ambiente, sabía que Yerick necesitaba tiempo para procesar todo aquello. Él sólito le pediría la información que necesitaba para convencerlo, en cuanto estuviera preparado para escucharlo. Mientras tanto mantendrían el silencio.

 -¿Qué es lo que  queréis robar y por qué?- preguntó después de un rato.

 -Una runa, más bien una piedra con forma de runa ¿Estás seguro de que quieres saber el por qué?

 -¿Te crees que yo estaría aquí si mi padre no quisiera saberlo?- preguntó Emily que permanecía a su espalda, sentada sobre la barandilla.

 -¿La traes para que me saquee la cabeza?- preguntó Ángel irritado por el comentario.

 Yerick se encogió de hombros sin ninguna clase de vergüenza. Ángel esbozó una sonrisa totalmente carente de alegría, que habría hecho estremecer a los muertos. Yerick se tensó de inmediato, preparado para adoptar una posición de ataque en cualquier momento. Habiendo visto acechar el peligro en los ojos de Ángel. Este sintió como una pequeña piedrecita impactaba contra su cabeza. No necesitaba darse la vuelta para comprobar que se trataba de la protesta silenciosa de Emily. Inspiró con fuerza y se dio cuenta de que no le convenía comenzar una pelea. Sin embargo, decidió que intercambiaría unas cuantas palabras con Emily en otro momento.

- Tenemos un problema con un Antiguo- admitió y guardó silencio esperando expectante su reacción. Sabía que el tema tocaba de lleno al vampiro que tenía frete a sí. Después de todo, él se había visto involucrado en las guerras en las que se luchaba por su extinción, siendo apenas un niño.

 Yerick se quedó inmóvil.

 -¿Un Antiguo? No quedan de esas criaturas en esta dimensión. Hace siglos que su existencia fue eliminada de ella.- las palabras fueron rudas pero Ángel no se amedrentó.

 -Este Antiguo solo lleva aquí dos siglos, no ha sido eliminado por nadie.- respondió con la misma rudeza que había recibido, midiendo la reacción de Yerick en todo momento.

 Por alguna razón que Ángel no alcanzó a comprender Yerick pareció establecer una relación.

 -Ha venido de otra dimensión. La runa es para cerrar el portal que debió abrirse. No sabía que el Círculo tenía conocimiento alguno de las runas.- parecía estar pensando en voz alta más que hablándole a Ángel.

 - No lo teníamos, hasta hace poco ¿Por qué tú sí?

-¿Olvidas cuanto tiempo llevo sobre esta mundo?- no lo hacía pero Erin llevaba más tiempo que él allí, y no parecía saber nada del asunto. Yerick interpretó con éxito lo que pasaba por su mente- Al contrario que Erin, yo siempre me he interesado por los asuntos del Consejo, y recientemente he conseguido un cargo político muy codiciado ¿Crees que habría llegado hasta ahí sin haber destapado unos cuantos secretos?

 -¿Quién más sabe acerca de ello?

 -No sabría decirte- exhaló frustrado- hay varias maneras de llegar hasta esa información y no sé cuantas personas han conseguido llegar hasta ella.

 Ángel le creyó. Yerick no le pondría trabas para encontrar al desgraciado, que había cometido la insensatez de haber traído de nuevo un Antiguo, al lugar que él consideraba su hogar. Tampoco le impediría que impartiera sobre él la justicia del Círculo.

 -¿Quién os ha dado esa información? Por lo que sé Damon Campel no ha podido obtenerla, y esa es la única alianza que se conoce que tiene el Círculo.

 -Todos tenemos nuestros secretos.

 Yerick dejó vagar su mirada hacia el infinito meditando sobre el asunto. A su espalda Ángel escuchó el ruido de los tacones de Emily que se acercaba con lentitud a su padre. En cuanto entró en su campo de visión la vio apoderase de la mano de Yerick y acariciarlo con delicadeza.

 -Papá, ayúdales por favor.

 Los ojos plateados de Yerick la estudiaron con pulcro interés y detenimiento.

 -Con una condición- anunció sin apartar la mirada de su hija.

 -¿Cuál?- preguntó Ángel algo tenso.

 -Quiero que nos presentes a vuestro informador. Tanto a mi como a mi hija. Además Erin deberá llevar a su compañera consigo. No queremos levantar sospechas antes de tiempo.

 -Hecho.

 Y con ese último monosílabo se selló el pacto que los aproximaba un poco más a la runa que necesitaban y al Antiguo

lunes, 11 de marzo de 2013

Capítulo 18: Fuego.

 Damon se recostó contra la pared y se cruzó de brazos, necesitaba eliminar la energía que tenía demás y se sentía inquieto. Por suerte no tuvo que esperar por mucho tiempo. Luca era rápido, aunque estaba seguro de que Erín había notado su exceso de energía no deseada y le había metido prisa al muchacho. Lo siguió por los corredores en silencio hasta una sala bien equipada para un duro e intenso entrenamiento. Sin encender la luz, pues no la necesitaba, se internó en ella y en cuanto comenzó con los ejercicios se encontró como en casa, en apenas unos segundos volcó toda su concentración en lo que hacía olvidándose de Luca por casi por completo.

 Llevaban allí un par de horas y Damon se sentía frustrado seguía cometiendo errores mínimos en sus ejercicios, pero él sabía que esos errores le podrían costar la vida en una batalla. Bloquear el dolor de sus heridas con sus artimañas psíquicas no había sido la mejor de sus ideas. Tenía más fuerza de la debida y era más rápido de lo habitual, lo que no indicaba nada bueno. Debía corregir esos errores y descargarse cuanto antes. En su interior se reprochaba el haber esperado tanto tiempo para alimentarse y así poder curarse. Sus instintos básicos de supervivencia había tenido tiempo de sobra de sacar a relucir sus más primitivas habilidades y en alguien como él, una cosa así nunca era buena señal.

 Aproximadamente una hora más tarde, después de haber castigado su cuerpo de forma indecible había eliminado una parte considerable de esa energía y fue entonces cuando escuchó cómo se abría y cerraba la puerta de la sala. Pensó que Luca se había ido y decidió intensificar su ritmo de ejercicios. Con movimientos bruscos y rápidos se acercó al otro extremo de la sala, creyendo podría ser un momento oportuno para averiguar si su puntería también había sido afectada. Por muy poco consiguió evitar impactar contra el cuerpo de Caroline, que se dirigía con paso lento hacia la figura inmóvil de Luca, quien miraba con pasmo una de las paredes del lugar. Damon frunció el ceño desconcertado y su sopor no hizo nada más que aumentar cuando Caroline se colocó junto a Luca para observar la misma pared.

 Intrigado se acercó a ellos, queriendo saber que misterio entrañaba esa pared. Pero su desconcierto no hizo más que aumentar cuando se encontró con la figura de la pequeña Cristal acurrucada contra aquella pared profundamente dormida. Él podía verla con nitidez pero estaba seguro de Caroline no vería más que un borrón donde debía estar el cuerpo de su hermana.

 Vio como suspiraba, probablemente por el cansancio, y acto seguido se agachaba junto a su hermana. Con gesto rutinario se colocaba un mechón del flequillo de tras de la oreja, antes de empezar a zarandear el diminuto cuerpo de Cristal.

 -Cielo, despierta- la instó Caroline.

 A Damon la escena le parecía surrealista  no dejaba de preguntarse qué hacía allí la pequeña oráculo, que no daba muestras de despertar.

 -Luca ¿Puedes encender la luz, por favor?-preguntó la rubia harta de agitar a su hermana.

 Con movimientos algo rígidos y tensos el muchacho se acercó al interruptor y encendió la luz. La reacción de Cristal fue inmediata. Se retorció un poco, abrió lentamente los ojos y puso las manos frente a su cara para protegerse de la luz , dejando atónitos a ambos vampiros que no esperaban una reacción como esa, y menos después de ser testigos de lo profundo que debía de ser su sueño.

 -Cristal, no puedes dormir aquí ¡Venga, arriba!- dijo con exasperación en la voz mientras se levanta para quedar de pie frete a ella.

 La pequeña miró a su hermana con el ceño fruncido, casi parecía que no entendía las palabras de Caroline, casi. Frente a Caroline surgió una esfera de fuego del tamaño de un puño, que salió disparada hacia ella. Damon reaccionó apartándola con rapidez de la trayectoria de la esfera, que se apagó justo antes de colisionar contra la pared opuesta a esa.

 Ambas hermanas tenían los ojos abiertos como platos por la sorpresa. Se miraron entre sí, todavía sin poder creer lo ocurrido y entonces Cristal rompió a reír a carcajadas. La expresión de Caroline también sugería risa pero estaba demasiado fascinada por ver como reía su hermana pequeña, como para carcajearse con ella. Por su expresión supo que Cristal debía reírse tan a menudo como él.

 -¿De qué se ríe?-Damon no pudo evitar realizar la pregunta.

 Caroline se mordió el labio inferior, intentando ocultar su sonrisa y se encogió de hombros, mientras su mirada descendía hasta el brazo con el que él, continuaba agarrándola de la cintura, y sus ojos se encendieron con secreta diversión. Damon y Luca se miraron sin comprender lo que ocurría.

 Cristal intentó de levantarse y Luca le ofreció su mano para ayudarla. La pequeña aceptó su ayuda y en cuanto estuvo en pie se acercó a ellos todavía riendo. De pronto agarró una de las manos de Caroline y alzó en alto para que él pudiera observarla sin dificultad.

 -Atiende- dijo dirigiéndose a Damon en exclusivo y serenándose en el acto.

 En su mano libre Cristal creó otra esfera de fuego, esta vez algo más pequeña, y la acercó lentamente a la mano de su hermana. Damon se tensó, pero Caroline permanecía entre sus brazos totalmente laxa, por lo que reprimió el impulso de volverla a apartar del fuego, aunque no sin mucho esfuerzo.

 Las llamas rodearon la muñeca de Caroline la adrenalina subió por sus venas, pero contra todo pronóstico las llamas no la quemaban. Al contrario, parecían adherirse a ella con mimo, y poco después descendieron en picado apagándose a escasos centímetros del suelo a voluntad de Cristal, que sonreía todavía divertida.

 -No puedo lastimarla ni aunque quiera, somos hermanas. Pero ha sido muy gracioso ver como tratabas de protegerla de mí.

 Damon frunció el entrecejo sintiéndose ridículo y soltó de inmediato a la muchacha.

 -¿Por qué has venido a buscarme?- preguntó Cristal cambiando radicalmente de tema.

 Caroline tuvo un momento de duda y dirigió una rápida mirada de soslayo a Luca, que no había intervenido en la conversación. Llevó las manos a su espalda y cambió el peso de un pie a otro antes de contestar.

 -Vi como Luca trataba de despertarte y... le quemabas.- tragó saliva antes de enfrentarse a la inexpresiva mirada de su hermana- Tú, le quemabas.

 Un cauto silencio se internó en la habitación Damon miraba a Luca que lucía serio e inmutable, como no lo había visto nunca. Este no quitaba la mirada de Cristal quien parecía haberse vuelto de piedra.

 -¿Viste cómo le quemé?- preguntó sin ningún rastro de la alegría anterior en su voz.

 -No, solo vi las consecuencias.

 Cristal asintió suavemente.

 -¿Por qué estabas durmiendo aquí y no en la habitación que se te dio?- preguntó Luca tratando de hacer más amena la tensión en el ambiente.

 -Era una habitación demasiado luminosa.- le contestó sin devolverle la mirada.

 Caroline esbozó una mueca escéptica que no pasó desapercibida para los dos varones.

 -Una brizna de luz habría sido demasiado luminosa para ti- murmuró frustrada por lo que parecía una discusión antigua.

 -Puede - respondió Cristal encogiéndose de hombros.

 Caroline hizo rodar sus ojos y como si supiera que no ganaría nada entrándole al trapo a su hermana, la agarró del brazo.

 - Vayámonos anda, dejémosles entrenar- resignada tiró de Cristal - ¿Has comido?

 -No, no tenía hambre.

 - Vas a ir a comer algo ahora mismo ¿Me oyes? Violeta te dijo que tenías que comer.

 Esta vez la que suspiró resignada fue Cristal.

 -Está bien - respondió escueta.

 Juntas comenzaron a cruzar la sala, pero al llegar al marco de la puerta Cristal se paró en seco y miró a Luca por primera vez desde que Caroline le había dicho por qué había ido en su busca.

 -Lo siento -susurró y en sus ojos se reflejó una profunda pena que los sorprendió a ambos.

 La pequeña abandonó la habitación segundos después, pero Luca continuó petrificado mirando hacia el marco de la puerta unos cuantos minutos más.

 Por su parte, Damon le daba vueltas a lo que había ocurrido, mientras se preparaba para ejercitar su puntería. No sabía que las hermanas no podían herirse entre sí. Claro que hasta el momento nunca había oído hablar de oráculos con hermanas. En su especie, solo uno de cada 10 bebés nacía mujer. Donde más nacían oráculos era entre las parejas humanas, pero aun así nunca había oído hablar de oráculos que tuviesen hermanas. Algo le decía que aún le quedaba mucho por aprender de ellas.

sábado, 9 de marzo de 2013

Capítulo 17: Descontrol.

 Le dolía la cabeza y estaba harto de la cargada atmósfera de la base. Las heridas que se había hecho peleando con los renegados, aún no habían cicatrizado y reclamaban que no las ignorara por más tiempo. Le ardía la piel y estaba sediento. Quería sentir como la sangre descendía por su garganta nutriéndolo y curando su cuerpo. Una exquisita sensación que necesitaba experimentar, pronto.

 Además necesitaba sentir el frío que recorría las calles de Boston calando en sus huesos, para poder despejar su mente, de toda la nueva información adquirida. La situación había dado un giro de 180 grados en un muy breve lapso de tiempo. Ni si quiera sabía que pensar acerca de Malcolm. Desde luego necesitaba poner en orden sus ideas. Pero antes saciaría su curiosidad sobre el extraño comportamiento de la pequeña oráculo que lo guiaba por los pasillos.

 -Tú y Alison no os lleváis bien- afirmó.

 Caroline lo miró desconcertada, saliendo lentamente de sus ensimismados pensamientos, pero pronto recuperó la compostura.

 -Muy observador- comentó sarcástica.

 Damon no se inmutó por el tono cortante de su voz.

 -¿Por qué?

 Caroline guardó silencio y su rostro se ensombreció.

 -No todos los hermanos se llevan bien.- respondió algo tensa, pero con una voz totalmente desprovista de emoción, sin duda tratando de conseguir el mismo efecto que su hermana menor-. Y bueno, nosotras dos somos de ese tipo de hermanas.

 -Pero no siempre ha sido así ¿Verdad?- preguntó, y por la expresión del Caroline supo que había dado en el clavo-. Estáis demasiado compenetradas, no puedes negarlo.

 Llegaron a la salida y Caroline introdujo la clave que ordenaba la apertura de la puerta. Damon frunció el ceño, lo más probable es que era que conociera todas las claves de la base y el Círculo no tardaría en darse cuenta de ello. Se preguntó cómo podría perjudicarla, qué clase de medidas tomaría Erin.

 Una suave brisa llegó hasta ellos, acariciando sus cuerpos y sacándolo de sus pensamientos. Damon se sintió agradecido por el frío, mientras su cuerpo clamaba porque saliera de caza.

 Pero antes de ceder a la necesidad, cogió a Caroline del brazo y la acorraló contra el marco de la pared, harto de su silencio. No entendía por qué le daba tanta importancia al asunto, pero a esas alturas le daba igual, quería respuestas y las obtendría.

 Caroline se quedó totalmente quieta ante él, con los ojos muy abiertos por la sorpresa y conteniendo el aire con fuerza en los pulmones.

 -¿Por qué? ¿Qué pasó para que os dividierais?- preguntó mientras veía cómo la mirada de Caroline se ensombrecía poco a poco.

 Ya no parecía verlo a él, sino que parecía inmersa en sus recuerdos. Se preguntó si ella sería capaz de responderle, pues incluso parecía que se hubiese apagado la vida en ella por culpa de su pregunta. Casi se arrepintió de haberla formulado.

 -Pues ella... digamos que ella no confía en mí- respondió, no le temblaba la voz, pero al contrario que de costumbre no le miraba a los ojos. Era más de lo que él había esperado.

 -No lo parece- dijo arrastrando cada palabra, de hecho lo que decía parecía una incongruencia.

 Caroline que hasta el momento había permanecido en una especie de trance, reaccionó como si le hubiese tirado un balde de agua fría a la cabeza. Estaba seguro que de haber podido habría retrocedido ante sus estoicas palabras. Ahora volvía a mirarlo a los ojos, pero no logra interpretar su expresión.

 -Las cosas no siempre son lo que parecen.

 Damon dedujo de la inflexión de su voz que no era el momento adecuado para presionarla más, pero no lo dejaría correr. Caroline aprovechó su silencio y se escabullo de la prisión de su cuerpo. Se colocó bien la ropa y se fue. Damon la observó mientras su figura se perdía por los pasillos. Inspiró con fuerza salió por la puerta.

 Se adentró en las calles de su ciudad. Famélico con la imperiosa necesidad de nutrir su cuerpo, y deseando apartar de su mente los vigorosos ojos azules que le retaban a cada instante.

 No tardó mucho en localizar una presa, dos jóvenes caminaban por una de las peñas callejuelas desoladas de Boston. Ataviadas con tacones y vestidos cortos, probablemente en su camino de regreso a casa. Frente a él jugaban con un tapón de alguna botella que había en el suelo, pasándoselo como si se tratase de un balón de fútbol.

Hasta él llego el sonido de sus risas y el olor amargo del alcohol. Frunció los labios en una mueca de disgusto, pero no era momento para ponerse melindroso con el sabor de la sangre. Necesitaba curarse y cuanto antes mejor. Se acercó sin hacer ruido a la más alta de las dos muchachas y se concentró en hacerle sentir su presencia.

 De inmediato la chica dejó de jugar con su amiga y ojos se clavaron en él, recorriéndolo con la mirada de arriba abajo. No le fue difícil incendiar su deseo, era algo innato en su especie.

 Desde la escasa distancia que los separaba podía oler su humedad, y eso le arrancó una sonrisa arrogante del rostro mientras daba los últimos pasos hacia su ella.

 La otra chica se acercó a su amiga con una mirada desconfiada y algo confundida por su causa.

 -Wanda ¿Le conoces?- le preguntó a la chica que seguía mirándolo con un deseo casi enfermizo en los ojos habiendo sido doblegado su espíritu.

 -¿Wanda?-marcas de preocupación surcaron el rostro de la insidiosa muchacha que se interponía en su camino.

 -¡Ven conmigo!- ordenó agarrando por las muñecas a su presa, que le sonreía con deleite por su contacto, y se dirigió a uno de los más oscuros callejones de la sinuosa ciudad.

 -¡Wanda!

 De pronto sintió que algo tiraba de la muchacha, con una fuerza insignificante pero molesta. Se dio vuelta y vio como la otra chica agarraba a su amiga del brazo y tiraba de ella con todas sus escasas fuerzas. La ira se hizo presente en él.

 -¡Wanda no puedes irte con él! Ni si quiera le conoces ¡No puedes dejarme sola! Wanda, por favor reacciona.

 Más que harto de la intervención de esa mocosa, le mandó una orden mental para que se callara y se marchara a casa, tan fuerte que poco le faltó para desintegrar su cerebro. Ella se quedó totalmente en silencio y emprendió su camino de vuelta a casa, tal y como él le había ordenado.

 Gruñó furioso consigo mismo por su pérdida del control, que tanto le caracterizaba. Sabía que para calmarse necesitaba sangre y no perdería más el tiempo. Había ignorado con éxito sus heridas estando la base del Círculo, no queriendo mostrase débil ante nadie y se había valido de sus dotes psíquicas para eso, lo que muy perceptivamente le había valido un precio. Ahora necesitaba curarse y serenarse, antes de hacer algo de lo que se pudiese arrepentir.

 Llegados al callejón atrajo a la esbelta muchacha a sus brazos y enterró el rostro en su cuello. Aspiró el aroma de la joven que para su deleite no usa colonia y sintió crecer sus incisivos. Lamió con presteza la zona más sensible de su cuello, dónde latía con fuerza su vulnerable vena. Ella se estremeció entre sus brazos y el colocó sus dientes sobre su fina piel alargando el momento esperado. La muchacha se acercó más a él haciendo que sus senos se presionaran contra su abdomen, y él la mordió con fuerza. La sangre inundó su boca y descendió por su garganta mimando su cuerpo, curando sus cicatrices y aumentando el tamaño de su miembro.

 La mujer gemía de placer y él estaba muy dispuesto a colmarla con su masculinidad. Apretó sus caderas contra las de ella y con deleite escucho como ella contenía el aire y silenciosamente le pedía más. Pero eso no fue lo único que oyó, su agudo oído identificó otro sonido, uno que no debiera estar ahí. Lo confundió en principio, pero luego llegó hasta él el olor del Círculo, y maldiciendo para sí retiró los incisivos del cuerpo de la hembra, que protestaba clavándole las uñas en el pecho. Pasó su lengua por las pequeñas hendiduras que había dejado en su cuello cerrándolas sin dejar cicatriz. No sin esfuerzo, la dejó contra la pared y le insertó la orden mental de que volviese a casa en cuanto fuese capaz de moverse.

 Se centró en sus sentidos y furioso se dirigió hacia el siguiente callejón, aquel del cuál procedía el sonido que hacía apenas un momento había calificado como errático. El sonido de la lucha. En circunstancias normales lo habría dejado correr pero quería estar al tanto de todos los movimientos de Erin, y este era quien encabezaba el enfrentamiento. No le cabía la menor duda.

 Lo encontró, en seguida en pleno combate contra dos renegados. A su pesar, admitió que acercarse allí era innecesario, pues era lo que se suponía que hacía el Círculo proteger al mundo de los renegados. Pero aún así decidió quedarse a observar su forma de lucha, tal vez algún día llegaran a enfrentarse. Mientras acaba con ambos contrincantes Damon se fijó en que Erin era zurdo y trataba de que no le tocasen el costado derecho, frunció el ceño mientras lo observaba cruzado de brazos contra una pared.

 Cuando los dos renegados acabaron yaciendo muertos en el suelo, otros cuatro aparecieron para reemplazarlos. Damon sabía que ese no era un comportamiento normal en esas desgraciadas criaturas, y no le costó entender que se trataba de una emboscada. Sin embargo, permaneció en la misma posición, muy seguro de que Erin se ofendería si osaba intervenir.

 Minutos más tarde un renegado impactó contra su pared. Despreocupado se acercó hasta este y le arrancó la cabeza de cuajo. Sin nada más que hacer se limitó a esperar y mientras lo hacía comenzó a lloviznar. La reconfortante humedad lo envolvió haciendo más amena su espera.

 Pronto Erin se colocó frente a él, y su mirada le confirmó que aquello no había bastado para aplacar su ira por completo. Damon tuvo que esforzarse por no sonreír  seguro como se sentía de que esa ira se debía más a la pequeña Cristal que a cualquier otro problema que tuvieran entre manos. No sabía a qué se debía tanta hostilidad entre ambos, pero se entretenía a su costa.

 -Tenemos que hablar- comenzó el líder del Círculo.

 Damon se limitó a asentir y ambos emprendieron el camino de vuelta a la base.

 -No me gusta está alianza- continuó al cabo de un rato. Damon estaba de acuerdo con él, le gustaba hacer las cosas a su modo, disfrutaba de su independencia  y odiaba tener que adaptarse al Círculo, pero no tenían otra alternativa y ambos lo sabían- ¿Qué vamos a hacer cuando tengamos la dichosa runa?

 -Cerrar el portal.

 -No creo que sea tan sencillo cómo desearlo.

 -Yo tampoco. Pero Cristal no ha dicho cómo tendríamos que hacerlo.

 El humor de Erin se tornó todavía más nefasto si cabía.

 -¿No te molesta depender de ella?- preguntó dejando traslucir mucha frialdad en su voz. Damon no se amilanó.

 -No tanto como a ti.

 Se hizo entre ellos un silencio cargado de una tensión que inundaba su atmósfera, mientras continuaban el curso de la siguiente calle.

 -Tengo mis razones.

 Damon le dirigió una mirada inquisitiva, pero la implacable expresión del vampiro que se encontraba su lado, le hizo saber que no debía meterse en sus asuntos. Poco después llegaron a la base envueltos en un profundo e imperturbable silencio.

 -Quiero usar una de las salas de entrenamiento.

 Erin asintió.

 -Enviaré a Luca para que te guía hasta alguna.- y acto seguido se marchó, volviendo a su mutis anterior.