lunes, 27 de julio de 2015

El Maldito


No recordaba cómo había llegado a aquella posada. El camino lo habían creado sus pies, con el único fin en su mente de alejase de todo. Paradójico, él quería estar solo, e involuntariamente terminaba sumergiéndose en la civilización. Como una presa que no puede evitar caer en la trampa, a pesar de que siente el peligro cerca; más paradojas, puesto que también era el más grande de los cazadores.

Nadie reparaba en él en aquel antro de mala muerte. Empapado por la lluvia y cubierto con una capa robada pasaba desapercibido entre el tumulto, para todos menos para ella. La morena descendía por la escalera como una llamarada de fuego acaparando su atención. Lo hipnotizaba con su cuerpo. Llamándolo, invitándolo a que se acercara. Y lo hizo; dejó que le hiciera creer que podía borrar el reguero de sangre inocente que manchaba sus manos. Ella sonrió victoriosa y lo envolvió como una droga.

Una Diosa que lo arrastró a su cama y lo despojó de su alma. Su encuentro no fue hermoso ni tierno, sino sucio y desesperado. Ella acariciaba su cuerpo hasta llevarlo a la locura, hasta que lo único en lo que podía pensar era en sus manos recorriéndolo, memorizándolo. Ella le dejó creer que tenía el control y lo devoró. Consumido por la impaciencia, se volvió severo. Sus caricias se volvieron toscas y rudas; egoístas. Buscando sólo su placer, pero ella parecía prenderse todavía más en respuesta, y no era suficiente para ninguno. Él desgarró sus ropas y ella arañó su piel, marcándolo y pidiendo más. Comenzó a recorrer su cuello con besos, pero ella no le permitió ser delicado, le hizo perder el control, hasta que hincó sus colmillos y brotó sangre de los orificios. Pero cuanto más brutal era la entrega más intenso era el placer. Más tarde, no recordaría los detalles escabrosos de aquella noche lujuriosa, pero en su mente quedaría grabado el haberle clavado las garras en la espalda mientras se hundía con toda su fuerza en ella, y el agónico placer del clímax que los había arrastrado como una tormenta.

Ahora ella no estaba. Aunque estaba seguro de que la morena de larga melena lacia, había sobrevivido a su encuentro, se sentía confuso. Incluso perdido y sus sentidos cada vez más agudos no hacían más que aturdirlo. La rabia lo aprisionó y destruyó la cama, tras la cama fueron uno a uno todos los muebles de la habitación. Estaba descontrolado. La bestia que había estado encerrada en su interior, ahora era libre, y estaba empezando a tomar el control de su raciocinio. 

Él tenía que evitarlo a toda costa, aún tenía que salvar el alma de Tarah. Inquieto por la ansiedad, se sentó entre los escombros y empezó a balancearse. Se frotó la cabeza buscando calmarse y se esforzó por encontrar algo que le devolviese la cordura. Se dio cuenta entonces de que no recordaba su nombre. Horrorizado, pasó sentado horas cavilando sobre cuál sería, y aunque no lo recordó, de alguna manera consiguió tranquilizarse.

Decidió marcharse de allí cuanto antes, y no cesó en su empeño por recordar su nombre. La pérdida de la identidad era un riesgo que corrían todos los que eran como él. Debía evitarlo a como diese lugar, si quería llegar a la Cueva de las Ánimas. 

Al llegar a la colina más alejada de la posada se atrevió meter la mano en el bolsillo de su pantalón, en busca del frasco de cristal dónde reposaba el alma de Tarah. Entonces perdió el color, sintiendo una fuerte punzada en su marchito corazón, deteniendo el tiempo por un fugaz instante. Hasta que la bestia despertó de nuevo, más feroz que nunca. El rugido que surgió de su garganta traspasó todo el valle, y los animales se apresuraron a esconderse.
                                                                          
La mujer que él había confundido con su ángel de la misericordia, que lo había traído de vuelta a la cordura, era una ladrona. Furioso, como no recordaba haber estado nunca, comprendió que su misteriosa morena era una de las brujas recolectadoras de almas puras. Eran peores que los carroñeros y los cazarrecompensas. Nadie sabía para qué las querían, pero lo cierto era que esas criaturas nunca traían nada bueno. Por culpa del aturdimiento, había sido engañado y le habían robado lo único que todavía tenía importancia para él. Se odió a sí mismo con todas sus fuerzas. Pero más la odió a ella. Esa bruja se arrepentiría de haberse cruzado en su camino.




Angie


#ElCementerioDeLoFantástico:

Primera Parte del relato: Apertura - Por Emily Broken Rose

También podéis leer las respuestas de mis hermanos cuervos en este proyecto, las encontraréis aquí:

El Iniciado - Por Victoria Prince

Desmentiras - Por The Crazy Winter

Ha este fragmento del relato responderá Victoria Prince. Próximamente podréis encontrar la continuación en su blog.

domingo, 12 de julio de 2015

#UnaImagenMilPalabras: El camino.





Arrastro mi vestido en mi largo camino y no me importa. Alzo la mirada a un cielo tan impactante que parece tratar de consumirme. Camino, segura de que en algún lugar, lo que verdaderamente se consumen son las estrellas, quizá por su propio brillo de diamante, quizá porque mueran.

Llego a lo alto de la colina y me permito mirar atrás por última vez. No para ver el pueblo que me vio nacer, sino para llegar más allá. Y recuerdo ¿Qué recuerdo? Mi regreso a este lugar. El pasear por las calles llenas de edificios familiares y más recuerdos entrañables, de otra época; una en la que fui feliz. Pero no me bastó, y te busqué. Después de tantas cosas ocurridas entre ambos, yo sabía que no debía hacerlo. Pero el anhelo resurgió como una necesidad insaciable, que me persiguió hasta que cedí a él. 

Y te encontré. No sabía que esperaba de ese momento. Tú y yo, frente a frente. Supongo que deseaba que por un instante, todos esos recuerdos que me alejaron y me devolvieron a ti, se sobrepusieran a la realidad de que ya no estás conmigo, de que ya has resuelto tú vida sin mí. 

Pero la realidad se impone ¡Ya sabes! El reloj siempre suena a las doce, la carroza vuelve a ser calabaza de nuevo. Entonces, entiendo que tus sueños sí se han hecho realidad. Que con ella encontraste la felicidad que yo no te pude dar.

Al verte, pensé en lo extraño que resultaba que te contuvieras. Pensé en lo que el tiempo y la vida habían hecho de nosotros, y quise sonreír para ti. Porque aunque sé que todo ha acabado, para mi sigue estando todo tan vivo como ayer. 

Sin embargo, esta vez no soy una niña. Soy una mujer, y puedo entender que tú estás tan cerca de mí como aquellas estrellas que eclosionan a lo lejos.

Mi sonrisa amarga no se desvanece, y mis sentimientos tampoco, pero no deseo más que lo mejor para ti. Solo quiero volver a marcharme, sabiendo que tú estarás bien. Dejando esta historia cerrada, y deseando poder encontrar para mí lo que tú tienes aquí. Sin las ataduras que siempre me devuelven a ti.

Suena tan simple y tan real, que ni yo misma lo creo. Menos, al pensar en la gloría de los días pasados. Sin embargo, sé que no hay vuelta atrás, y decido seguir caminando arrastrando mi largo vestido de viaje. 

Detrás de mi queda la sombra de los árboles que me rodean, y me sorprendo al compararlos, con la oscura llama de mis recuerdos. Nuestros recuerdos, pues espero que no los olvides nunca, y sigo caminado. Me niego a ceder a la angustia, pues no vale la pena abrir voluntariamente las cicatrices que nunca terminan de curar.

Pienso que pienso demasiado, y sonrío al oír tus palabras en mi mente. Quizá no estabas tan equivocado. Me voy sabiendo que te extrañaré siempre. Deshecho los resentimientos y errores del pasado, y sigo mi camino.

Angie

Este es mi relato para el Proyecto Una Imagen, Mil Palabras de Reivindicando Blogger, que consiste en elegir una imagen de las propuestas y crear una historia con ella, añadiéndole música. Yo elegí La noche estrellada de Vincent van Gogh. Espero que os guste y que también disfrutéis de los relatos de mis compañeros :)