jueves, 19 de noviembre de 2015

Desmentiras II

Una habitación sin ventanas ni puertas, a oscuras. Los demonios se rían de él entre los escombros. Un grito. Se encontraba en la biblioteca que tanto recordaba, pero los papeles volaban por todas partes, y el amargo sabor de la traición no desaparecía de su boca. Al fondo estaba Tarah, pero ya no sonreía como siempre al verle, tan solo lloraba. Desesperado corrió para consolarla, pero entre sus brazos sus heridas se abrieron y todo volvió a llenarse de sangre en el Gran Salón. La baldosa blanca y fría se cubrió de carmesí rojo, vibrante, efímero. Cuanto más quería ayudarla más daño le hacía y más placer sentía. Rugió. Una risa desdeñosa atravesó el páramo en el que se encontraba solo. Respiraba con agitación y solo escuchaba el susurro de su voz "Quieres hacerme culpable de tus pecados, cuando lo único que he hecho ha sido amarte". Mentiras, que se mezclaban con medias verdades. Las llamas recorrían el círculo y el canto de su despertar se oía cada vez más alto, hasta que resultó doloroso. Y entonces, despertó de su sueño gritando.

Darren gritó hasta que no le quedó aire en pulmones y se lamentó una vez más. Continuaba arrodillado en el bosque, temblando. El sol brillaba en el horizonte dejando al descubierto su vergüenza. Le había sido imposible no quedarse prendado de la belleza de Zulema, con su espectacular melena rojiza y su intensa sensualidad. Lo había engatusado como a un niño. Había conseguido ponerlo en contra de sus mayores, y ellos no había tardado en repudiarlo, igual que ahora lo hacía él. Ni si quiera Tarah había sido capaz de abrirle los ojos. Obcecado, había caído en su trampa, había roto las reglas y el corazón de Tarah; más que eso, había acabado con ella. Por si fuera poco, aquella noche había vuelto a humillarse al pedirle ayuda a Zulema, y esperar de verdad que hiciera algo por él.

Mordió su mano y se arrancó la piel, hasta que la sangre brotó a borbotones. Empezó a dibujar en el suelo el emblema del espíritu guía, y recitó las palabras de aquellos viejos pergaminos que le habían obligado a aprender. No ocurrió nada. Volvió a repetirlo dos veces más y siguió sin ocurrir nada. Enfadado arrancó un árbol y lo lanzó contra el siguiente derribándolo. Pero su arranque de ira no lo ayudó.

Continuó intentándolo con esmero, pero no fue hasta el alba cuando consiguió algún resultado. Frente a sus ojos creció una luminosa luz azulada. Nacida de entre las llamas del infierno, que tomó forma de águila, y después de unos segundos en los que se mostró en todo su esplendor, se inclinó ante él lista para servirle. Intentó incorporarse pero había perdido demasiada sangre y cayó al suelo. Incluso para un inmortal como él la sangre era algo imprescindible.
 
Entonces escuchó la risa estridente de un hombre a su espalda y trató de retroceder cauteloso.

-¿Todo el día aquí para traer a la vida un simple espíritu guía? Me esperaba algo más original.-Comentó aquella voz socarrona.

Darren buscó entre la oscuridad la localización de aquel sujeto que se burlaba de él. Pero no encontró más que un cuervo, con los ojos tan negros como su plumaje, que no se perdía ninguno de sus movimientos.

-¿Quién eres?- preguntó con voz ronca y desgastada por el desuso.

-¡Vaya! ¡Has conseguido encontrarme a la primera! Quizá no seas tan inútil.

El cuervo alzó el vuelo, y para su asombro, dejó de ser un ave para adquirir la presencia humana de un hombre alto, con el pelo largo y castaño algo revuelto. Era musculoso y lo miraba con ojos divertidos. Parecía satisfecho mirándolo desde su posición erguida, mientras él continuaba tirado en el suelo.

-Como si tú hubieras sido mucho mejor al principio.- los alarmó una voz femenina que provenía del noroeste del bosque haciendo que ambos se giraran para ver a su interlocutora.

Darren pudo ver a una mujer alta, con generosas curvas y una piel muy morena. El cabello rizado castaño claro, le caía despreocupadamente hasta la mitad de la espalda. Sonreía y el brillo de  la diversión florecía en sus ojos marrones. Inesperadamente, Darren pensó que su piel parecía tierna y blanda. La odio al instante, por su sensualidad y su interesante belleza. Le recordaba demasiado a Zulema. No dejaría que nadie más jugase con él de esa manera.

-¿Qué haces aquí Clara?- preguntó el cuervo, habiendo perdido todo rastro de satisfacción en su rostro. Su expresión era seria y estaba alerta.

 -¡Oh! ¿Así me saludas? Vas a herir mis sentimientos- replicó la morena con fingido desazón, llevándose la manos al pecho y parpadeando un par de veces más de lo necesario.

-¿Qué haces aquí?

-Clara.- Completó ella-. Te faltó decir mi nombre para repetir exactamente la misma pregunta de antes-. Se burló muy tranquila jugando con él, a pesar de que se veía que el cuervo estaba a punto de perder la paciencia.- ¡Ay! Míralo se ha enfadado, es como un niño-. Dijo como si le estuviera contando alguna peculiar confidencia, y soltando una pequeña risita.

-¿No me estarás siguiendo?

La mujer rió con más ganas.

-No, eso es lo que sueles hacer tú conmigo.

-Entonces ¿POR-QUÉ-ESTÁS-AQUÍ?- Arrastró tanto las palabras que llegaron a parecer monosílabos de una sola.

-Por lo mismo que tú- respondió con aquella sonrisa falsa que no desaparecía de su boca-. No eres el único, que quiere conocer al nuevo catecúmeno de la inmortalidad.- Explicó mientras se acercaba con sinuosos andares de atleta.

-¿Quieres algo de él?- preguntó entre sorprendido y celoso, echándole una mirada despectiva a Darren que continuaba tirado en el suelo, sin comprender lo que estaba pasando.

-No, solo vengo a observar, por ahora ¡Oh! ¡Pero qué pajarito más lindo!-. Exclamó acariciando con la yema de los dedos al espíritu guía que Darren había invocado.

-¿No lo habías visto?- Preguntó el cuervo sorprendido.

La mujer se puso algo tensa.

-No todos tenemos una visión tan perfecta como la tuya.-Replicó sin apartar la vista del águila.

-¿Es eso, Clara? ¿O es que has participado en algún ritual que arruine parte de tus sentidos?

La mujer se volvió para mirarle, su sonrisa se hizo más amplia, y a su vez más aterradora.

-No te importa. Pero, ya que estamos los dos aquí, vamos a hacer una apuesta.- Tiró el guante mientras en su cara se dibujaba el triunfo.

-¿Una apuesta?

-Sí, algo para que puedas resarcir el fiasco de la última vez. Para que me demuestres que has dejado de ser un perdedor. Si puedes, claro.

-¿Y qué es lo que apostamos?- preguntó tenso.

-Paso a paso, primero establezcamos en qué consiste la apuesta. Para ganar tendrás que conseguir que el chico llegue sano y salvo a la Cueva de las Animas, en menos de siete días.

-¿Y eso por qué? ¿Qué ganas tú con eso?

-No mucho, simplemente aprovecho la ocasión-. Su postura parecía relajada y despreocupada, pero Darren no se dejó engañar por su pose, y vio tan bien como el cuervo que había alguna razón oculta que ella no estaba dispuesta a compartir.- Si pierdes vas tener que volver a someterte a mí, durante el mismo tiempo que tardes en llegar a la Cueva, multiplicado por siete.

-¿Y si gano?

Clara sonrió perversa.

-Tendrás lo que quisiste la última vez.

El cuervo abrió mucho los ojos sorprendido y tragó saliva, haciendo bastante ruido.

-Acepto.

La mujer se dio la vuelta y desapareció entre las sombras, riendo entre dientes. Entonces el cuervo se volvió hacia Darren y cogiéndolo por la camisa lo levantó sin esfuerzo.

-¿Qué haces?- preguntó este sorprendido.

-No lo has oído, tenemos un largo camino y una apuesta por ganar.

-Yo no voy a ninguna parte contigo- graznó ofendido soltándose de su agarre.

-Yo creo que sí.-Afirmó con una sonrisa de medio lado, que lucía peligrosa. -No llegarás muy lejos tú solo. Eres un novato y casi te has desangrado para invocar un espíritu guía, no durarías ni dos días. Pero para tú suerte ahora tenemos un objetivo en común. Yo quiero ganar una apuesta y tú quieres salvar a tu amiguita.

-¿Cómo sabes lo de Tarah?- preguntó exaltado.

-Bromeas, al alma de esa chica vibra gritando su pena con tanta fuerza que no quiero ni imaginar a qué clase de criaturas está atrayendo.

La noticia golpeó con tanta fuerza a Darren que trastabilló y por poco perdió el equilibrio.

-¿Qué ganas tú con esto?- aventuró cansado.

El cuervo perdió la sonrisa y por un segundo pareció tan cansado como él.

-A ella.-Respondió escueto.- Ahora dile a ese águila que nos lleve hasta Tans-Grem.

-Pero eso está en el este-. Comentó confuso.

-Versado en geografía ¡Cuanto me alegro!- Se burló.- No vamos a ir a pie hasta la Cueva de las Animas, no lo has oído tenemos 7 días como fecha límite.

-¿Entonces cómo?

-Con magia negra.

-¿Sabes utilizarla?- preguntó Darren estupefacto.

-Sí supiera ¿Te parece que estaría aquí, perdiendo el tiempo con neófito como tú en medio del bosque?- Preguntó con ironía-. Pero alguien me debe un par de favores.

Darren caviló sobre los hechos sucedidos recientemente, y decidió que lo mejor era dejarse llevar por la marea. Teniendo en cuenta su situación, no era como si tuviera muchas más opciones.

-A Tans-Grem.- le susurró al águila flameante, y los dos empezaron a seguirla.

-Una cosa más novato.- Llamó su atención el cuervo mientras caminaba delante de él.-. Vamos a ir a casa de Nisgard un gran brujo. Cuando lleguemos allí, verás a una chica muy frágil. Es la mujer de Nisgard. No la mires directamente a los ojos, y por nada del mundo vayas a acercarte a ella más de lo necesario.

-¿Por qué?- preguntó intrigado mientras con su camisa hacía una venda improvisada para la mano.

-Te tendrá miedo. Esa chica se pone a temblar delante de un conejo, literalmente. Si no sigues mis instrucciones podría entrar en una crisis nerviosa. Créeme la visto gritar de puro terror por el roce de su padre. El único al que no teme es a su marido. Y no queremos que este se enfade con nosotros.

-¿Qué le ocurrió para llegar a ese extremo?- preguntó conmovido.

-¿Qué no, quién? Nisgard le pasó.- respondió en tono sombrío.- Tampoco menciones a Zulema.

-¿La conoces?

-Nadie conoce a Zulema. No realmente.



Angie

#ElCementerioDeLoFantástico:

Primera Parte del relato: Apertura - Por Emily Broken Rose

Aquí os dejo los enlaces de tres diferente respuesta a nuestra mamá cuervo:

Desmentiras - Por The Crazy Winter

El Iniciado - Por Victoria Prince
El Iniciado II - Por The Crazy Winter

El Maldito - Por Angellica L'Arc en Ciel
El Maldito II - Por Victoria Prince



Ha este fragmento del relato responderá Victoria Prince. Próximamente podréis encontrar la continuación en su blog ¡No os lo perdáis!